Terminando el 2019: poner los eventos en perspectiva.
Qué año. Ésa es la primera frase que se me ocurre en este minuto. Este 2019, partió siendo un año más, como cualquier otro. ¿O no? Si lo miro de cerca, en realidad no.
Este año se cumplió un aniversario importante: 10 años dedicada a la ilustración botánica. 10 largos años, para alguien que antes de eso saltaba de una cosa a otra. Recuerdo mis preocupaciones a los 24: «no me especializo en nada», «no soy experta en ningún tema», «no elegí un tema en el arte, ni una técnica», «no me gusta nada en especial y me la paso picoteando». ¡Qué manera de atormentarme por eso! Más encima, después de graduarme de arte estudié pedagogía y me dediqué a hacer clases en colegios. Ambivalencia total: me encantaba enseñar, lo hacía bien, pero era tan mal visto por los compañeros artistas. Dedicarse a la docencia o a la ilustración eran señal de fracaso artístico rotundo. En cambio, meterse en cine o gestión cultural era lo máximo. Y ¿que pasó? Fui ilustradora y profesora, híper orgullosa hasta mi último respiro.
Es tan fácil fijarse en todo lo que una no es, o lo que no ha hecho: gran error.
Volviendo al 2019: este año también fue especial porque vio la luz la Escuela Online de Ilustración Botánica. Es cierto que empezó el año pasado, pero este año estrenamos el portal de e-learning y todavía no me lo creo 100%. Estoy enormemente agradecida de la Francisca, que ha sido más que mi brazo derecho en todo este proceso y está creando videos maravillosos para todos quienes quieren estudiar con nosotras, y también hace los de Mi Naturalismo TV. Sin su energía y entusiasmo, sé que no iríamos como vamos 🙂
¿Y el mundo, en qué está? Qué década. Llegó Trump a la presidencia de USA y no lo pudimos creer. Y niega el Calentamiento Global y el Cambio Climático, y me acuerdo del pobre Copérnico cuando dijo que la Tierra giraba al rededor del Sol.
La vida en nuestro amado planeta ha cambiado. Cada vez tenemos menos espacios abiertos y más cemento. Pero en vez de deprimirme, pienso en esta cita:
He pensado mucho en este concepto de ruinas, de ruinas capitalistas en el último tiempo. ¿Qué quiere decir para mí? Que en vez de huir de los lugares que han sido dañados, destruidos, arrasados, intoxicados, tenemos que hacernos cargo de ellos y volver a habitarlos y sanarlos. Suena utópico y difícil, pero es quizás la única manera de que sanemos todos. Los lugares naturales que nos van quedando son pocos, y ojalá logremos protegerlos y dejarlos solos, para que aun existan espacios libres de nuestra influencia, aunque sean pequeños. Si quieres saber más sobre esta idea, te recomiendo leer «The Mushroom at The End of The World» y el último libro de Donna Haraway «Staying with the Trouble: Making Kin in the Chthulucene (Experimental Futures)»
Para conectarte con las plantas desde la filosofía, el ensayo y la práctica del jardín, te recomiendo mucho «Loa a la tierra, un viaje al jardín» del filósofo Byung-Chul Han.
Espero que esta nueva década, la de los 20’s esté enfocada a eso: al gran cambio que la humanidad necesita para volver a ser eso: humana.
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