Entrevista
En la Revista Ya de Colección la semana pasada apareció un reportaje sobre el libro «Plantas de los Bosques de Chile».
Quisiera compartir con ustedes la entrevista completa que me hizo Paula López Wood para su investigación.
– Cómo llegaste a la ilustración botánica? De dónde proviene ese interés? Cómo te formaste?
La ilustración científica llegó a mi vida de casualidad, después de varios años de buscar mi vocación dentro del diverso mundo del arte. Viví en Isla de Pascua entre los años 2005 y 2008 y allá trabajé como fotógrafa arqueológica y profesora de arte en el Liceo Honga’a o Te Mana. La experiencia de salir del entorno urbano en que vivía y entrar en contacto con una naturaleza distinta, me reconectó con mi inclinación hacia las piedras y las plantas. Luego me tocó hacer una gran serie de ilustraciones de especies de la isla y el 2009 tomé la decisión de dedicarme exclusivamente a esto.
Aprendí sola al principio, practicando, equivocándome, atreviéndome a hacerlo sin saber casi nada. Me compré muchos libros por Internet y se me abrió el mundo. Me puse a hacer clases con lo que sabía, lo que fue también una gran fuente de aprendizaje. El 2010 tomé clases con Francisco Ramos, mi primer maestro, y de ahí en adelante seguí perfeccionándome hasta que en 2012 gracias a un Fondart de Becas y Pasantías me fui 4 meses al Royal Botanic Garden Edinburgh. Allí hice oficial mi nueva profesión, y aprendí de muchas maestras excelentes. Eso sí, nunca dejo de estudiar ni de poner en práctica nuevas formas de enfrentar mi trabajo. Soy muy crítica de lo que hago y trato de estar siempre consciente de los aspectos que debo mejorar.
Dos de las ilustraciones de especies de Isla de Pascua, 2009.
– Cómo llegaste a participar en el libro «Plantas de los Bosques de Chile?».
Mi participación en el proyecto es más bien una consecuencia del mismo. El 2010 y 2011 estuvieron en Chile un grupo de ilustradoras del RBGE, haciendo talleres cerrados en el Instituto de Geografía UC e investigando para el libro. Fui alumna en ambos talleres y pude tener una idea real de cómo estaba mi trabajo con respecto al de ilustradoras profesionales. Gracias a ese inputdecidí que lo mejor era viajar a Escocia y estudiar por más tiempo. Fue ahí que conocí a Martin Gardner y a Jacqui Pestell, quienes me ayudaron a formular un proyecto de Residencia con el que postulé a Fondart. De ahí en adelante surgió una relación muy interesante, que me llevó a conocer y compartir mucho con Gülnur Eksi e Isik Gunner, las principales ilustradoras del libro y con Josefina Hepp, una de las autoras, con quienes me mantengo en contacto pues con el tiempo nos hemos hecho amigas.
Es gracias a “Plantas de los Bosques de Chile” que hoy existe el Curso de Ilustración Botánica RBGE en el Instituto de Geografía UC, primer curso formal en Chile, avalado por dos reconocidas instituciones (este año dimos con gran éxito la IV versión). Este proyecto ha causado un gran impacto pues al ayudar a formar a gente joven, ha logrado despertar un interés enorme en esta disciplina y en la ilustración científica en general.
Trabajando en el RBGE, 2012.
– Martin Gardner menciona que tienes antepasados en Escocia que luego habrían emigrado a Pascua y finalmente Tierra del Fuego. Qué tremenda travesía! Puedes contarme un poco de esa historia familiar y cómo crees que se vincula con que hoy en día la flora nativa de Chile tenga tal relevancia en publicaciones como del Royal Botanic Garden de Edimburgo?
Así es. Mi bisabuelo John MacKinnon y su hermano Lachlan debieron dejar la isla de Harris donde vivían, debido a que miles de escoceses trabajadores fueron expulsados de las tierras pues los dueños decidieron dedicar más espacio a la industria de la lana. Las aldeas quedaron prácticamente vacías. Estos dos hermanos fueron empleados como capataces por la compañía Williamson Balfour, que tuvo estancias explotadoras de lana en Tierra del Fuego (de donde viene mi familia), Isla de Pascua y muchas otras islas del Pacífico. Ellos llegaron a Chile alrededor de 1913. Mi bisabuelo John quedó en la estancia de China Creek en Tierra del Fuego y su hermano partió al fundo Vaitea en Isla de Pascua. Allá tuvo tres hijos con Matarena Haoa y a partir de ellos tengo una gran familia rapanui.
Para mí la vinculación entre estas historias y la fascinación por nuestra flora tiene que ver con el espíritu explorador que movió a los británicos por varios siglos, entre el XVI y el XX. Las islas británicas tienen muy poca naturaleza salvaje, sus animales endémicos importantes como los lobos, ya no existen. Prácticamente todo el espacio está cultivado o intervenido por el hombre de alguna forma hace ya muchos años. Por otro lado, la flora chilena de la zona sur se adapta fantásticamente a las condiciones climáticas escocesas. Los jardines y caminos están plagados de Fuchsia magallánica, araucarias, guindo santo entre otros. El afán coleccionista y jardinero de los británicos los ha llevado a conocer muy bien nuestra flora y valorar nuestro alto endemismo, valiosísimo en términos de la investigación botánica. Los intercambios entre Chile y Escocia se han producido varias veces y en varios niveles, y esta relación poco conocida se hace patente en este hermoso libro.
– Qué rol crees que juega el arte y la ilustración botánica en la divulgación, protección y conservación de nuestra flora y el hábitat natural que nos rodea?
Claramente juegan un rol fundamental. La imagen siempre ha sido fuente de información y de goce estético para el ser humano. Hoy, en esta sociedad de la información donde todo entra por los ojos en una primera instancia, la imagen es indispensable para comunicar y divulgar conocimientos complejos exitosamente. Son dos las vías en que la ilustración botánica (aunque en esto incluyo a todas las ciencias) se conecta con las personas: primero a través del que la hace y en segundo lugar hacia el espectador. Quien practica el dibujo botánico (da lo mismo el nivel o motivo) emprende un camino donde profundiza su relación con las plantas. Al observar detenidamente una especie, entenderla y representarla en el papel, se apropia de la información y aprende de una manera íntima, estética y por cierto imperecedera. El espectador por su parte, ve una imagen donde puede conocer una especie con detenimiento, disfrutando además del estilo propio del ilustrador. Lo lindo de la ilustración hecha a mano, es que más allá de la interpretación científica, nos trasmite el espíritu del artista. Podemos intuir sus pinceladas, intentar desentrañar su método de trabajo y maravillarnos con su técnica y decisiones estéticas. Es una experiencia que involucra varios aspectos de la percepción y une conocimiento con las sensaciones agradables que produce el arte bien hecho.
Si aplicamos esto a formas de dar a conocer nuestra flora, fauna y ecosistemas, estamos llegando en un nivel más profundo e íntimo a la comunidad. Además, ¡dibujar es contagioso!
– Quiénes son tus referentes artísticos de pintores o ilustradores botánicos que hayan registrado el paisaje de Chile que te inspiran a hacer tu trabajo?
Bueno, debo decir que tengo mucha admiración y respeto por los trabajos de Claudio Gay, Humboldt, Marianne North y otros representantes del Naturalismo Científico más clásico, pero actualmente he movido mi foco a artistas más contemporáneos y de otras latitudes. El trabajo de los exploradores que todos conocemos es maravilloso, son los padres de la escuela contemporánea, pero en mi caso personal estoy mirando ejemplos fuera de la historia de Occidente. Estoy revisando sobre todo arte japonés y de la India relacionado con naturaleza, y pintores contemporáneos provenientes de países asiáticos y de Europa del Este. Creo que en Oriente la aproximación a lo natural es mucho más sensorial y poética, y en este momento a mí me atrae más eso que lo estrictamente científico. La verdad mis referentes han ido cambiando a través de los años de trabajo.
– Tienes alguna pintura o ilustración tuya que sea tu favorita, por el motivo que sea?
Sí, una de mis favoritas es una Chloraea chrysantha que hice para la 13 Bienal de Artes Mediales en el Museo Nacional de Bellas Artes, dentro de una serie de ilustraciones de la misma planta que se llamó “La Conversación”. Fue una linda experiencia pues la hice trabajando en el laboratotio del Jardín Botánico Nacional de Viña junto con especialistas en orquídeas chilenas y aprendí muchísimo. Además la pintura quedó muy linda, lo no tan bueno es que me apuré mucho en venderla y no alcancé a digitalizar la imagen por lo que no tengo un registro de buena calidad y me arrepiento.
– Me puedes contar cuál es el perfil de las personas que hacen tus cursos? Son artistas, son botánicos, son amantes de la naturaleza? Crees que el último tiempo ha ocurrido una revalorización y resurgimiento de este oficio, pero sobretodo, de salir a mirar con detalle y observación la naturaleza? Qué técnicas de dibujo usan?
En estos 8 años haciendo clases he visto cómo ha crecido el interés por esta disciplina y cómo la acuarela se está tomando los talleres de muchísimos artistas jóvenes.
Sin ir más lejos, en mayo de este año, durante el lanzamiento de “Plantas de los Bosques de Chile” dimos una charla titulada “Ser ilustrador botánico hoy” con Gülnur Eksi, Isik Gunner y Andrea Ugarte. Llegaron más de 100 personas, la sala estaba repleta de gente y tuvimos una conversación muy interesante y hasta polémica en algunos momentos. Había gente de varios lugares de Chile, extranjeros y de todo tipo. Para mí ese día marcó un hito, pues nos mostró que los años de trabajo ya se están reflejando y existe una tendencia que de hecho trasciende nuestras fronteras. La ilustración científica está tomando mucha fuerza en América Latina y en todo el mundo. Es un orgullo ser parte de un movimiento en plena gestación.
En mi caso enseño a dibujar desde modelos vivos y trabajamos con lápiz grafito y luego con acuarela, que es mi técnica preferida y muy adecuada para representar plantas vivas.
Las personas que vienen a mis talleres y cursos son muy diversas y eso es muy enriquecedor para mí. En general llegan personas provenientes del diseño, la ilustración, la agronomía, diseño de paisajes, arquitectura, biología, ingeniería forestal, veterinaria, artes visuales, terapeutas florales, naturalistas, profesores, actrices, orfebres, etc,, y además desde los 18 hasta los 87 años, que ha sido la alumna de más edad que he tenido. Ahí puedes comprobar que es una práctica transversal y que tiene aplicaciones tanto profesionales como para la vida personal. Puede ser tu trabajo o tu hobbie y darte muchas satisfacciones y una conexión mucho más íntima e informada con la naturaleza y además, descubrirás que sí puedes dibujar, contradiciendo todo lo que tu profesor(a) de arte te dijo esos años en el colegio.
Alumnos trabajando en curso gratuito en el Museo Nacional de Bellas Artes, 2013.
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