Un trabajo rápido.
Primero que nada hice el dibujo e imprimí fotografías a color y en blanco y negro de mi modelo. Una corteza así está llena -pero llena!- de pequeños detalles y las fotos ayudan a simplificar la imagen, pues eliminan bastante de lo que se ve en el objeto tridimensional. La pintura es una representación bidimensional, por lo tanto, la idea es llegar a un resultado lo más parecido posible al real pero también debemos «resumir» la información. La síntesis es crucial.
Aquí vemos la pintura en sus primeras capas donde ya se van incorporando detalles. Luego vemos la paleta de colores que se fue armando en la medida que avanzaba y más abajo, el proceso de pintar los detalles. Como se trataba de una superficie muy irregular y llena de quiebres y texturas, pude usar todos los gestos gráficos que se me iban ocurriendo en el camino.
Lo que me encanta de este tipo de modelos es que dan más libertad para resolver el cómo llegar al resultado y por lo mismo aguantan más pintura. Y la ausencia de verde también es un descanso 😉