Enseña lo que sabes

Ejercicio que realicé en la clase de Rachel Pedder-Smith
Es tan importante encontrarse con buenos maestros en el camino: personas generosas, que sepan bien su oficio y con quienes podamos contar para aclarar dudas pero que al mismo tiempo nos den el espacio y la libertad necesarios para encontrar el camino propio. Estos maestros y maestras se graban en nuestras vidas y suelen volver a aparecer en la memoria en momentos especiales e inesperados. Me pasa mucho con dos profesoras que tuve en el colegio: la de enseñanza básica y la de media. Dos mujeres increíbles, cada una en su estilo, me enseñaron cosas mucho más importantes que los contenidos del currículum y que forman parte de lo que soy.
En esta estadía he tomado varios cursos con artistas botánicas que provienen de las artes visuales, de la botánica o la biología o incluso de haber descubierto este camino después de muchos años de hacer de todo. Lo entretenido es que ya son varias en la lista y cada una me ha enseñado cosas distintas, aunque todas se dedican al mismo tema. Es muy interesante conocer el punto de vista de cada una desde lo técnico hasta cuál es su conexión con la naturaleza y las plantas.
La pintora y artista botánica Pamela Richardson haciendo su clase
Pamela Richardson es una artista irlandesa que vive hace muchos años en Escocia y enseña ilustración botánica en el certificado del RBGE. Estudió bellas artes en Edimburgo y además es profesora en un colegio (¡de hecho somos parecidas!). Sus trabajos son muy bonitos y bien logrados. Le interesa sobre todo mantener su estilo personal y no caer en la ilustración científica acartonada que se distancia de su autor. Es muy amena al enseñar, lo que se agradece mucho. Con ella aprendí un nuevo sistema para articular mis composiciones y sobre todo a tomar buenos apuntes y registros de mi espécimen. 
Mostrando mis trabajos a los alumnos que comienzan 
el Diploma en Ilustración Botánica

En una ocasión, mi supervisora Jacqui Pestell nos hizo una invitación a la artista botánica de Turquía Gülnur Eksi y a mí a mostrar nuestros trabajos y conversar con los alumnos nuevos del Diploma in Botanical Illustration del RBGE. Fue una experiencia muy enriquecedora, pues tuvimos la oportunidad de hablar sobre nuestra postura como artistas y compartir varios tips técnicos. Fue interesante también porque ellos pudieron ver dos obras totalmente diferentes: Gülnur produce ilustraciones botánicas científicas de excelencia, tan bien hechas que la gente pone caras de «Oh!!!». En mi caso, los trabajos muestran una visión de naturalista, que incluye plantas animales y textos en los títulos apoyados en la precisión técnica de la ilustración científica. Conocer estos contrastes es muy importante para las personas que están aprendiendo, y es bueno también para las artistas conocerse más y comentar los trabajos ante un grupo.


Mi supervisora y profesora del diploma, Jacqui Pestell.

La artista botánica Gülnur Eksi demostrando técnicas de acuarela 

Otra profesora de la que hablé en un post anterior, es Rachel Pedder-Smith. Aparte de ser Doctora en Artes Visuales e ilustradora botánica, Rachel enseña su técnica y habla sobre cómo ve ella la ilustración botánica y el arte de tal manera que lo primero que uno quiere hacer saliendo de la clase es ponerse a pintar semillas. Además, su trabajo es espectacular y muy inspirador. Una particularidad de esta artista es su relajo en contraste con las demás: usa solamente dos pinceles, uno viejísimo que está medio roto y uno sintético que cambia todas las semanas. Mezcla los colores con total confianza y ni siquiera se fija en el nombre. Su paleta está llena de colores y no la limpia 20 veces antes de volver a empezar. Así y todo, el trabajo que produce es alucinante.

Cada persona tiene algo que enseñar y compartir. Lo importante es estar abiertos a recibir, y también a dar. Enseñar, educar y aprender son acciones que ayudan a construir un mundo habitado por mejores personas, más felices y capaces de vivir sus vidas más satisfactoriamente. Por eso, enseña lo que sabes.


La talentosa Rachel Pedder-Smith enseñando a pintar
semillas con su técnica personal

La paleta de Rachel P.S

Atentos a los siguientes posts para conocer otras artistas del RBGE.

Una semana en Benmore

Una de las lindas vistas del jardín.
Este viernes volví de una de las mejores semanas que he tenido hasta ahora durante mi viaje. Tuve la suerte de pasar una semana en el jardín botánico regional de Benmore, ubicado en la costa Este de Escocia, a un par de horas de Glasgow, en la península de Cowal. Este jardín también cuenta con muchas especies chilenas y un área dedicada a las araucarias y otras especies del sur de nuestro país, lo que obliga a reflexionar en torno a la importancia y rasgos únicos de nuestra flora nativa en el contexto mundial.
Fui como ayudante de las profesoras de Educación Ambiental Cath Evans (Cath trabaja permanentemente en el área educativa del RBGE) y Kate Walters, quienes cada año visitan por una semana los jardines regionales para hacer actividades de educación ambiental con los colegios locales. Desde el principio me gustó la idea de poder compartir con niños y profesoras locales, y sobre todo ver cuál sería el enfoque que el jardín botánico le daría a las actividades.
Kate y Cath planificando las clases ¡nótese las araucarias!
Durante la semana, trabajamos todas las mañanas con los niños de los colegios del área de Dunoon y Argyll y en las tardes pude continuar con mis ilustraciones, aunque confieso que me dediqué a recorrer el jardín y a aprender de mis compañeras más que nada. 
Las actividades que Cath y Kate hicieron con los niños este año se basaron en el concepto del Mapa como medio para conocer y entender el lugar que habitamos. Bajo esa idea se estructuraron diferentes ejercicios que pusimos en práctica, dividiendo los grupos en los pequeños que recién están aprendiendo a leer y escribir y en los mayores de hasta 12 años. 
Niños construyendo un mapa del lugar a través de objetos 
que encontraban en los alrededores.

En el caso de los más chicos, el trabajo se centró en un pequeño recorrido y observación profunda de una avenida de Sequoias. En este lugar la idea era conocer primero el paisaje que formaban los árboles y luego nos fuimos acercando hasta medir los troncos usando los cuerpos de cada uno como unidad de medida, y más adelante observamos otras formas de vida asociadas a los árboles, como musgos, ardillas, aves e insectos usando juegos, lupas, etc.
Una «paleta de colores» para usar más adelante en la clase de Arte.

Después de un par de horas al aire libre, con los niños pequeños realizamos un collage colectivo recreando la avenida de Sequoias. La idea era que cada uno de ellos recordara la mayor cantidad de características posibles para así poder colaborar con el collage.
Manos a la obra.

Mi amigo el horticultor Ian Potts mostrando uno de los
trabajos terminados.

Con los más grandes, se trató de recrear una expedición científica con campamento base y todo, donde los niños investigaron un área de 23 metros cuadrados, registrando plantas, insectos, medidas árboles, troncos, temperatura, etc. usando instrumentos «de verdad» y técnicas como dibujo, pintura y frotado. Cada alumnos debía elegir si sería Artista o Científico. 
Midiendo el área a trabajar.

Cath mostrando a los niños los implementos de Arte y Ciencias
para que hicieran su elección.
Quizás lo más importante para mí esta semana, fue volver a conectarme con la educación. Es muy estimulante experimentar en terreno la buena recepción que tiene de parte de niños y profesores el trabajo directo con la naturaleza. También es muy lindo ver que en un país como Escocia, donde el clima no es de los más amables, los niños trabajan afuera aunque esté lloviendo. Con sus botas de agua y sus impermeables, no se pierden la oportunidad de salir con la excusa de la lluvia o el viento. 
Investigadores en acción.

Cath y niños pegando los resultados de la investigación en el mapa.

El mapa.

Es muy importante que, donde quiera que estemos y con los recursos que tengamos, impulsemos el contacto conciente de los niños con el medio natural, y sobre todo fomentemos el conocimiento y el aprecio por el lugar donde vivimos. Ya sea una ciudad, un pueblo, un cerro o la playa, es nuestro deber que niños y jóvenes sepan dónde viven, la historia y ecosistemas que son parte de su hogar. Este es uno de los importantes pasos que tenemos que dar para rescatar el planeta del desastre en que se encuentra.
Invito a todos quienes hayan realizado actividades como esta a ponerse en contacto: crear redes hoy en día es vital para unir fuerzas en la difusión de los buenos hábitos y el aprecio al medio natural.
Links relacionados en Escocia e Inglaterra:
Y para terminar, mi aparición en el diario local the Dunoon Oberver: fueron a hacer un reportaje sobre las clases con los niños, y bueno, ¡pude contar mi historia!

Nuevas experiencias para pensar.



Lo mejor de los viajes es todo lo que pasa en nuestro interior. Todo lo que sentimos, pensamos y hacemos en el nuevo entorno de alguna manera nos cambia y nos hace cuestionarnos sobre cómo vivimos, qué queremos y lo mejor de todo es que el retorno también promete nuevas experiencias.
Durante la pasantía en el jardín botánico he estado trabajando en un conjunto de ilustraciones lineales, es decir, sólo dibujo. Se trata de un listado de plantas chilenas que me ha sugerido mi supervisor botánico Martin Gardner, que es un apasionado de la flora chilena. Él piensa de hecho que nuestra flora es única en su tipo y que Chile en este sentido es uno de sus países favoritos. También se asombra de las pocas políticas públicas que apuntan a la conservación de nuestro medio natural. Creo que en eso estamos todos de acuerdo.
Gracias a estas ilustraciones, me estoy concentrando principalmente en el dibujo, que es algo que siempre hay que estar trabajando y mejorando, pues es el esqueleto que sostiene todo lo demás.
Mi escritorio en el Herbario

Para cada planta que dibujo tengo a mi disposición el espécimen vivo, que mido y dibujo en grafito hasta lograr la composición que muestra la mayor cantidad de características. Una vez terminado el dibujo lo paso a papel de acuarela y trazo las líneas con pinceles y un gris neutro.
Trabajar de esta manera me ha ayudado a simplificar mis líneas y a darme cuenta de que soy más hábil con el pincel que con el lápiz para cierto tipo de líneas y marcas, y que el dibujo sí es lo más importante. Teniendo un buen dibujo de base, todo lo demás se hace mucho más fácil y el resultado es muchísimo mejor. Y es increíble como siempre hay miles de cosas que arreglar y mejorar.
Entre medio de este trabajo que es bastante exigente, han surgido otras oportunidades que me han ayudado a expandir la mente y a pensar en cómo quiero enfocar todo esto más adelante.
Ayer por ejemplo, pude asistir a un taller de pintura al óleo básica, basado en la exposición del colorista escocés Leslie Hunter en el City Arts Centre. El taller fue muy interesante y sobre todo relajado e informal, para gente que quería empezar a pintar. Lo disfruté mucho, y lo mejor de todo es que pinté un óleo después de casi diez años. Hace mucho que había dejado esta técnica, quizás porque manchaba mucho, por el olor, porque necesitaba muchas cosas…puras razones basadas en mañas y algo de frustración.

El paisaje que pinté en el City Arts Centre.

Por eso fue excelente pintar en esa atmósfera tan coloquial y relajada para descubrir que después de todo, no había para qué desecharlo para siempre y que la mejor actitud es estar abierta y no cerrarse a nada. Y esa es la actitud que ayuda al artista a crecer. Como no siempre me encuentro en ese estado de conciencia abierta, me decidí a aprovechar el impulso y me inscribí en otros talleres de arte para estimular mi creatividad, mis ganas, mis opciones y no encerrarme en un sólo camino en cuanto a técnicas. Creo que lo mejor es alimentar a los dos hemisferios del cerebro todo el tiempo mientras se pueda. Otra cosa buena, es que retomé mis diarios, que por años fueron un eje central para mi mundo personal y mi flujo creativo. Es una buena señal.

Una página de mi bitácora de viaje.

Achira seedpod Kauai

La importancia del tiempo.

Por qué el tiempo es importante para el trabajo.
«Mi depredador ha muerto» acuarela, 2012.
Este fin de semana fue particularmente interesante y productivo en términos de pensar en torno a qué quiero para mi trabajo, cómo quiero enfrentarlo, etc.
Como parte de la pasantía, tuve la oportunidad de participar del taller de dos días de la artista Rachel Pedder-Smith. Rachel concluyó hace poco un doctorado en Bellas Artes que consistió en pintar especímenes herborizados de plantas de la colección de Kew Gardens, usando un sistema de clasificación basado en el ADN de las especies. Ella demoró dos años en crear y postular este proyecto como tesis doctoral y 766 días más en su ejecución, obteniendo como resultado una gran acuarela de 5,33 metros de largo que muestra todas las plantas secas seleccionadas, tal como se ven en las carpetas del Herbario.
Lo que más llamó mi atención de Rachel y su trabajo, es la disciplina y organización con que enfrenta su proyecto y al mismo tiempo su actitud sencilla y relajada al momento de pintar. Ella no necesita millones de instrumentos y pinceles para trabajar, ni miles de colores. Usa dos pinceles, uno de ellos viejo -su favorito- y otro que tiene que renovar cada semana. Es la primera artista botánica que conozco en este país que mete los dedos en la pintura y le da lo mismo.
La técnica que ha desarrollado es muy eficiente y rescata a la perfección las formas, colores y texturas de plantas, frutos y semillas que están aplastados y sin vida hace siglos, en algunos casos. Es increíble y muy bello cómo les vuelve a dar luz y alma a estas plantas de museo.
Rachel Pedder-Smith, detalle de «Herbarium Specimen Painting» 2011
 
Al tener la oportunidad de conocer la historia de este trabajo y de cómo la artista lo llevó a cabo, termino de entender lo que hace tiempo he estado reflexionando. Es imposible desarrollar un trabajo -artístico, científico, etc.- consistente y de excelencia sin tomar el tiempo que esto requiere en términos conceptuales, técnicos, de compromiso y emocionales.
Una buena idea, la obra más genial, puede morir antes de nacer si no le dedicamos el tiempo necesario para madurar y desarrollar su máximo potencial (y a su vez el máximo potencial del artista en ese momento).
En nuestro país, Chile, existe la sensación de la ejecución rápida en las artes es una virtud. Que el que se demora menos tiempo en crear un cuadro (ojalá muy grande) es el más hábil, capaz y entendido. Pero no puedo estar menos de acuerdo. Muchas veces me he encontrado con artistas muy prolíficos y que trabajan en grandes formatos, pero que al mirar de cerca podemos notar el apuro en la ejecución. Hay una concepción de que cantidad y gran formato es mejor que calidad. Cuidado con este prejuicio.
Personalmente, muchas veces me solicitan trabajos de alta dificultad, pero quienes los encargan no cuentan con que este es un oficio altamente técnico y riguroso, y que trabajar contra el tiempo sólo va en desmedro del resultado y por lo tanto del producto final. Las personas que desarrollan proyectos editoriales o de otro tipo y que usan ilustraciones en Chile no están acostumbrados a organizar los tiempos de manera que se optimice el trabajo de ilustración, sobre todo si se trata de ciencias.
Rachel Pedder-Smith «Afzelia africana«
 
 

Aquí he aprendido que los trabajos de excelencia invierten más que nada en tiempo, y que esa gran ventaja los lleva a ser lo que son.
Me incluyo por supuesto en esta crítica, pues sé que si a mi último proyecto le hubiese dedicado más tiempo, es decir lo necesario, habría sido mucho más completo, mejor hecho, etc. Hoy lo veo sin duda como el inicio de algo más grande, jamás como algo terminado (me refiero a la serie de trabajos basados en Marianne North).

Es una tarea colectiva en nuestro país revertir la cultura de la velocidad porque finalmente lo único que sale de ahí son ideas mal terminadas, que pudieron ser mucho más pero no se les dio tiempo.

Inspiraciones de viaje: Elizabeth Blackadder

Hoy en la mañana decidí caminar hacia las galerías de Arte Moderno de Escocia. Son dos galerías «hermanas» ubicadas en un gran parque y separadas por una calle -y cientos de metros cuadrados de parques y esculturas. «Mod 1» y «Mod 2» albergan una excelente colección marcada sobre todo por el surrealismo, los coloristas escoceses, algunas obras de Pop Art temprano, Dadá, etc. En esta ocasión me encontré con una exhibición temporal dedicada a la obra gráfica de Edvard Munch, que me gustó muchísimo. Vale la pena mirar trabajos suyos menos conocidos, que nos sacan de la imagen del «Grito» y que nos muestran otros temas desarrollados por Munch, como la relación hombre – mujer y la enfermedad de su hermana menor. Lo que todo tiene en común, es la angustia, la ansiedad, el abandono, la soledad y la desesperanza. 
Saliendo de esta bella tristeza, bajé a la tienda de la galería -claro, ¡cómo no visitarla! y me encontré con un interesante catálogo que llamó mi atención en seguida, y apenas lo revisé me di cuenta que estaba ante una artista increíble, que puse entre mis favoritas sin pensarlo. Se trata de Elizabeth Blackadder, artista escocesa quien el año pasado tuvo su retrospectiva en la Scottish National Gallery of Modern Art, en el marco de la celebración de sus ochenta años de vida (ella aun sigue trabajando en su taller de Edimburgo).
                                                                  Elizabeth Blackadder 01
Me encontré con una obra fresca, bella, alegre, talentosa y con una variedad de temas que atraen por su colorido, la forma en que interpreta el espacio y la perspectiva, los motivos botánicos, los orientales, los gatos, los moluscos. Para mí en este momento se trata de una pintora que quiero conocer más a fondo y me provocó muchas ganas de explorar otras posibilidades, más allá del naturalismo. Es fácil encasillarse en una forma de ver las cosas, por eso es bueno ver a otros hacer lo contrario. 
El trabajo de Blackadder me llama a traspasar nuevas fronteras y quizás a volver a mi más auténtico ser artista, a esa que estudiaba arte sin pretensiones, ni prejuicios, ni mañas de esas que llegan con la instrucción formal. Moverse entre los diferentes espectros de la creación es al final, la mejor forma para ser libre dentro de una misma y en el mundo.
                                                                   Elizabeth Blackadder 02

  
                                                                                      Elizabeth Blackadder 03

                                                                                   Elizabeth Blackadder 04


                                                                                      Elizabeth Blackadder 05

Visita al Jardín Botánico de Logan

El Jardín Botánico de Edimburgo -que de ahora en adelante llamaré RBGE- está a cargo de otros jardines ubicados en diferentes localidades de Escocia. Hoy tuve la oportunidad de visitar el Jardín Botánico de Logan, ubicado en la costa suroeste de Escocia y que tiene la ventaja de ser una zona bajo la influencia de las cálidas aguas de la Corriente del Golfo, lo que crea una suerte de micro clima en la región y permite que en este lugar crezcan perfectamente muchas especies de nuestro país y de zonas de climas sub tropicales como Nueva Zelanda, Australia y el sur de África. 
Aunque no es de gran tamaño, está bellamente diseñado. En esta época del año, verano en Europa, es especialmente atractivo debido a la gran cantidad de plantas en período de floración. Hay rododendros, fucsias, calceolarias, leguminosas muy exóticas y bulbosas. También me llamaron la atención unos pequeños sapitos grises cafesosos que viven entre la humedad de las plantas. 
Dentro de algunas semanas podré pasar unos días trabajando en este lugar, dibujando especies chilenas que allí se encuentran. Las alstroemerias se dan aquí particularmente bien.