Explorando los clásicos de la Ilustración Botánica

Estos primeros meses de primavera, he estado estudiando con mis alumnas una flor clásica, que llegó a Europa desde el imperio Turco Otomano a mediados de 1600 y enamoró a los holandeses al punto de llevarlos a una burbuja económica que casi arruina al país. Se trata de los tulipanes.
Largamente cultivados, adornan los parques de Holanda y de toda Europa, y aunque ya no causan el revuelo del pasado, siguen presentes y más aún, siguen siendo uno de los grandes temas de la ilustración botánica. En el Hemisferio Norte, no hay ilustrador botánico que no le haya dedicado un tiempo a esta simple planta, que sin grandes complejidades, es una gran maestra de dibujo y pintura, precisamente por eso: su morfología simple, su textura sedosa y sus colores fuertes, sumado a su inconfundible forma de copa, nos ayudan a entender el proceso de ilustración sin darnos problemas como otras plantas más complejas.
Nuestro ejercicio consistió en primero, dibujar el tulipán y hacer un estudio de escala de grises en grafito para comprender su estructura, forma y superficie.
Luego, desarrollamos el proceso de pintura sobre húmedo en escala de grises, para aprender a aplicar el pigmento, construir volumen y detalles en acuarela sin la preocupación del color, que le da un grado extra de dificultad.
Y por último, pintamos el tulipán a color guiándonos por los estudios que hicimos cuando las flores estaban vivas, fotos y todos nuestros estudios de luz y sombra. De esta manera, podemos concluir que el resultado final de la ilustración es la suma de mucha información y estudio, capa sobre capa. Con esto, quiero recalcar que: copiar una foto muy bien, de la especie que sea, no es hacer una ilustración científica.
Si quieres ver tulipanes maravillosos, te recomiendo buscar en Google al pintor escocés Rory McEwen. No vas a creer lo hermosos que son!
Te invito a visitar esta flor, que aunque ya muchos la han pintado, sigue siendo una maestra y un paso obligado para los ilustradores botánicos de todos los tiempos.

Traducción del artículo sobre Marianne North en Z-Dergisi / Revista Z, Estambul

Marianne North y su última aventura a un Chile salvaje.
Geraldine MacKinnon.
Z-Magazine, Estambul, Septiembre de 2017.
(Traducción hecha por mí, sin editar)


«El sueño de la Naturalista» Acuarela sobre papel, 2011. Esta obra 
ilustra el deseo de Marianne North de venir a nuestro país. Las flores 
en la imagen forman parte de sus pinturas.


La primera naturalista que estudié cuando empecé a trabajar como ilustradora botánica fue Marianne North. Encontré por accidente un sitio web con partes de su biografía y obras el año 2009 y me sorprendió mucho saber que había venido a Chile a pintar nuestras hermosas plantas en 1884. No conocía la gran mayoría de las especies, así que empecé a investigar.

Marianne North nació en Hastings, Inglaterra en 1830. Esta dama Victoriana representa a la perfección el espíritu aventurero de muchas mujeres europeas de su época, quienes atraídas por la idea de conocer nuevos mundos salvajes, abandonaron las comodidades de sus vidas en la riqueza y emprendieron largos viajes en la búsqueda de nuevos horizontes. Muchas de ellas querían desentrañar los secretos ocultos de la naturaleza, estudiando ciencias naturales o antropología. Otras eran cazadoras, pescadoras o coleccionistas de aves, plantas e insectos.
Entre 1870 y 1920 conocimos a las primeras mujeres que desarrollaron lo que hoy conocemos como “conciencia ecológica”, y dedicaron sus vidas a escribir y hablar sobre la importancia de proteger animales y plantas, y promovieron el cultivo de huertos en las casas y en los espacios públicos. Algunas escribieron e ilustraron literatura infantil para educar a los pequeños, enseñándoles a respetar y cuidar a los animales.
El caso de North es bastante especial. Hija de un importante político inglés (Friederick North), estudió canto y música desde muy pequeña, pero más tarde decidió dedicar su tiempo a pintar con acuarela -técnica tremendamente popular entre las niñas y mujeres de su tiempo-. Marianne era muy cercana a su padre y nunca se casó. Junto a él recorrieron Europa y visitaron lugares exóticos y antiguos como Egipto, Italia y Grecia. Poco después de cumplir los 40 años, su padre fallece y Marianne entró en una fuerte tristeza y depresión.
Pronto decide dejar su casa en Inglaterra y viaja a Canada con una amiga, pero pronto se da cuenta de que prefiere estar sola, así que continúa sus viajes sin compañía. Desde ese momento, Marianne empieza a pintar al óleo sobre madera cubierta en tela. Decide pintar cada paisaje y planta que llama su atención. Decide que pintar la naturaleza será su nuevo estilo de vida y con el dinero de su herencia financia sus viajes a Estados Unidos, Jamaica, Brasil, Tenerife, Japón, Singapur, Sarawak, Java, Sri Lanka, India, Australia, Nueva Zelandia, Sudáfrica, las islas Seychelles y por último, Chile. Algunas de las plantas que pintó fueron descubiertas por ella y, por lo tanto, llevan su nombre.

Su viaje a Chile en 1884 duró solamente cuatro meses pero dio origen a las más hermosas pinturas de la singular flora chilena y a paisajes que hoy no existen. Esto ilustra la fuerza de su deseo descubridor y de mostrar en su país lo bello de lo que llamó “el jardín del mundo”. 
Los escenarios que Marianne pintó han cambiado radicalmente: algunos lugares que en ese entonces eran fundos privados hoy son áreas de conservación (por ejemplo el PN Nahuelbuta), aunque otros han tenido peor suerte, como las hermosas costas deshabitadas de Concón donde la vida silvestre lucha por sobrevivir en unos pocos kilómetros cuadrados.

«Araucarias en Nahuelbuta». Acuarela sobre papel, 2011.


Lo que la trajo a Chile en primera instancia fue la necesidad de completar su colección de Araucarias del mundo: ya había pintado la especie brasileña y la australiana. La búsqueda de las Puyas o Chaguales que crecen en la costa y los cerros de la zona central también llamaban su atención. Así, pintó las magníficas araucarias que vio en la Cordillera de Nahuelbuta. En la misma región, hacia el este se encuentra Lonquimay: una localidad andina donde crecen antiguos bosques de araucaria. Lonquimay aun es una hermosa provincia que alberga a estos impresionantes árboles. Cada otoño comienzan a caer abundantes nevadas que a veces aíslan a sus habitantes. Las araucarias permanecen en silencio en las montañas blancas y solitarias.

Mucha gente le advirtió que no viniera, pues su salud se había debilitado mucho con todas las largas y difíciles travesías en barco. Pero la obsesión por terminar su gran obra era más fuerte que cualquier cosa. Después de este, su último viaje, North vuelve a Inglaterra para construir con sus propios recursos la famosa galería que alberga sus más de 800 pinturas en el Jardín Botánico de Kew. Ella misma diseñó el pequeño edificio.

El aspecto más relevante de este registro para nosotros como chilenos es que nos permite visualizar lo hermoso que era nuestro país antes del desarrollo industrial del siglo XX. Es a la vez reconfortante y triste ver estas hermosas pinturas en la galería de Kew: hasta pareciera ser un paraíso exótico, como cualquier lugar tropical. Por muchos años -y hasta hoy en muchos casos- los escolares aprenden sobre la naturaleza chilena de un modo muy general, donde se les mencionan apenas un par de flores como el copihue (Lapageria rosea) y alguna que otra, con suerte. Si la obra de North pudiera entrar a las salas de clase, los niños y adolescentes verían la joya que tenemos y lo importante que es cuidar de lo poco que nos queda.

Esta investigación ayudó a conectarme con la belleza y fragilidad de mi país con su variedad de paisajes y además, reafirmó mi obsesión como mujer artista: dedicar mi trabajo a registrar y mostrar las plantas en un mundo donde es urgente hacer cambios profundos en cómo los humanos nos relacionamos con todos los otros seres.

Marianne North: mujer, viajera y exploradora del siglo XIX es en primer lugar admirable por hacer su sueño realidad a pesar de las dificultades de su tiempo. Ella quería ver el mundo con sus propios ojos.

Puedes ver la investigación que realicé el 2011 en el siguiente link:

Residencia en Kaua’i: Segundo reporte.

Es hora de seguir contándoles sobre mi experiencia en Kaua’i en marzo pasado. En el post pasado les conté un poco sobre el NTBG (jardín), ahora quiero mostrarles a mis compañeros, hablarles de mi proyecto y de nuestro día a día a través de fotos. Arriba pueden ver los libros que traje, la idea es tener buen material de referencia ahora que tengo que pintar un importante número de plantas a partir de mis registros. Los libros para mí, son la fuente más confiable y agradable de leer. Además, cada uno propone un punto de vista particular en torno a las plantas de un mismo lugar.

Foto: Wing Fong.

Como les conté anteriormente, el NTBG Florilegium Project busca reunir a un grupo estable de artistas botánicos de diferentes lugares del mundo con el fin de ilustrar las plantas nativas del archipiélago de Hawai’i, la Polinesia y otras regiones tropicales. En esta foto vemos al grupo (faltan algunas pintoras que no pudieron asistir este año). Los artistas son -de izquierda a derecha: Trudy Rehbock (USA), Mali Moir (Australia), Jane Goldsmith (USA), John Pastoriza Piñol (Australia), Robin Jess (USA), Asuka Hishiki (Japón), Wendy Hollender (organizadora, USA), Geraldine MacKinnon (yo), Esther Carpi (USA), Kelly Radding (USA) y Melanie Campbell-Carter (USA). Todos estos artistas cuentan con una gran trayectoria y fue un verdadero placer poder compartir con ellos dos semanas de intenso trabajo, conversaciones y excursiones…y uno que otro chapuzón en el mar!

Cinco de nosotros (Mali, Robin, John, Asuka y yo) vivimos las dos semanas juntos en esta casa de Papalina Road, a menos de dos cuadras caminando del jardín botánico. Tuvimos suerte porque nos llevamos muy bien, nos hicimos amigos y al final nos transformamos en una especie de familia con nuestra rutina y todo.

Nuestro primer día, partimos con un experto a conocer de cerca las plantas más raras y especiales. Vimos muchas nativas de Kaua’i y Hawai’i y también del resto de la Polinesia, como las Marquesas. En Kaua’i la familia Malvaceae está muy presente, con los hibiscos que conocemos tan bien. Eso sí, los nativos son bien especiales, algunos muy distintos de los que vemos comúnmente.

Hibisco Kokio, uno de los nativos de Kaua’i, de un naranja muy intenso.
Esta Campanulaceae endémica es pariente de nuestras Lobelias.
La maestra Mali Moir trabajando.
Todos los días a partir de las 8:00 am (excepto Asuka que tiene la capacidad de levantarse a las 6, envidiable!!!) llegábamos a la sala donde trabajábamos todos juntos. Teníamos vista a todo el valle del jardín botánico y al mar. En la mañana, el encargado de las plantas nos traía las muestras que necesitábamos para trabajar. A veces bajaba al jardín por mi cuenta a sacar fotos y a descubrir más plantas exóticas.
Orquídeas con olor a chocolate con vainilla…riquísimo!
El camino hacia la playa; el NTBG limita con el mar.
La hermosa playa donde termina el jardín. Estábamos felices pues vimos saltar varias veces a una ballena jorobada muy cerca de la orilla. Estas ballenas son muy abundantes en los alrededores de Kaua’i y no son difíciles de ver. Fue emocionante para mí pues nunca había tenido esa experiencia.

Paseando por el Parque Kokeo y el Waimea Canyon, una especie de Cañón del Colorado tropical. Kaua’i se diferencia de otras islas del archipiélago por sus lluvias más abundantes y vegetación más selvática en la parte central y norte de la isla. Es la isla más antigua de Hawai’i y esto se puede apreciar en la forma de sus montañas.
Libro de especies tropicales, s. XVIII

Diario de plantas tropicales pintado a mano con gouache (acuarela opaca), del siglo XIX.
En la biblioteca del NTBG existe una colección de libros raros de botánica (realmente espectacular e insospechada) donde se puede encontrar una copia de la primera edición de El Origen de las Especies de Charles Darwin y muchos otros libros increíbles. Poder mirar libros antiguos, diarios pintados a mano y otras joyas fue muy estimulante, se aprende mucho y las ideas empiezan a llegar a raudales.
John P.P. trabajando en su particular estilo.
No hay nada como trabajar en grupo 🙂

La mesa de Esther Carpi, que trabaja con lápices de colores.

Trudy Rehbock, muy simpática, trabajando en su lámina de una linda flor de islas Marquesas.

La mesa de nuestra energética, simpática y gran organizadora y artista Wendy Hollender. Ella desarrolla su trabajo con lápices de colores y ha sido maestra de Trudy y Esther por muchos años.

Mi mesa uno de esos días.
En el próximo reporte, les mostraré más plantas BELLAS y hablaré de las especies que elegí para trabajar. Nos vemos!

Un raro hibisco nativo de Kaua’i. Solo quedan dos plantas en su ambiente original, si no lo cuidan, va a desaparecer.

Buscar respuestas…algunas podrían estar en los libros (¿?)

Herbario de Cloraea magellanica
Acuarela sobre papel, 2016
En estos tiempos tan confusos y caóticos, con tanta gente, tantos acontecimientos terribles y geniales ocurriendo al mismo tiempo, se me hace necesario buscar algunas respuestas que me ayuden a estructurar mis pensamientos y organizar la avalancha de información que recibo todos los días. Desde mi vida cotidiana, mis reflexiones profesionales, ver los lugares de mi casa que no he ordenado, decidir si mando o no a mi hija al jardín infantil (y a CUÁL!!!), ver los pulgones en el rosal, la basura que dieron vuelta los perros y así hasta llegar a que Donald Trump es candidato en USA, los coreanos están tirando misiles nucleares y más encima en mi comuna salió el candidato de la derecha que tiene malos antecedentes de corrupción.
Todos los días, todo el día estamos rodeados y ahogados en mares de información. Que van acompañados de la realidad física en la que habitamos y habitan todos (desde tú que estás leyendo hasta las tijeretas que entran a invadir mi taller). En este caos, con el cambio climático y los gobiernos inoperantes, la naturaleza ultrajada, la gente cansada e hiperventilada…no puede existir la noción de estabilidad ni tranquilidad con que muchos sueñan. Este es el mundo de la cuerda floja, donde cada uno debe inventarse el camino, el sustento, la filosofía de vida.
Pensando en todo esto y más, me encontré con dos libros de investigadoras y pensadoras que desentrañan este sentir, le ponen nombre y ejemplifican con situaciones el extraño pasaje en que nos encontramos. Y cuando digo «encontramos» pienso en todo lo que está vivo y en lo que forma parte de este planeta. Estoy leyendo los dos al mismo tiempo y aun no he terminado ninguno. Se pueden comprar en Amazon y leer en el Kindle o iPad (si no te molestan los libros digitales…los en papel no son baratos en este caso).
The Mushroom at the End of the World
On the possibility of life in capitalist ruins
Anna L. Tsing
En este libro, la investigadora Anna L. Tsing hace un increíble recorrido por la historia de los hongos Matsutake. Estos hongos, una delicatessen por siglos en Japón, se han adaptado increíblemente a los obstáculos de nuestros tiempos y con ellos países, personas, plantas y animales han encontrado una red donde sostenerse. Impresionantes hallazgos y reflexión.
Staying with the Trouble
Making Kin in the Chthulecene
Donna J. Haraway
Este otro libro, envuelve al anterior. Haraway desarrolla una compleja pero sensata teoría sobre cómo se entretejen seres vivos, procesos históricos, teconologías, Naturaleza, etc., para derribar el pensamiento antropocéntrico, cuestionar el denominado «Antropoceno» como concepto para la época que estamos viviendo y propone un nuevo multi punto de vista en que nos insta a hacernos parte activa de los problemas urgentes que afectan a toda la gran malla de seres, situaciones y relaciones que habitan este planeta. Es un llamado a la acción, y al menos para mí, un remezón en muchos sentidos. Ella además, promueve fuertemente la colaboración Arte – Ciencia para lograr efectos en los cambios que deseamos provocar. Estoy recién partiendo por lo tanto aun no tengo posibles críticas u otro tipo de observaciones. 
Para los artistas, es importante estar siempre preguntando, siempre investigando y descubriendo más allá de nuestros temas. En mi caso, encontrar un marco teórico, un enfoque o más bien un punto de vista que me haga sentido para mi trabajo y mi vida, es fundamental. Quise compartir estos hallazgos con ustedes y quizás más adelante, podamos conversar al respecto.

Portada y entrevista en la revista online sobre literatura infantil y juvenil «Había Una Vez».

Queridos amigos, dejo con ustedes el número 25 de la linda revista digital «Había Una Vez», que se dedica a la literatura infantil y juvenil. Tuve el gran honor de ilustrar su portada y de ser entrevistada por Claudio Aguilera, uno de los fundadores de Galería Plop!
El número completo está precioso, lleno de lindas ilustraciones e interesantísimos artículos.
¡Que la disfruten!

Descansar para continuar y crecer

Este ha sido un año muy cargado de desafíos en todos los planos: laboral, familiar, personal, material, todo! En un abrir y cerrar de ojos estamos en agosto y casi sin darme cuenta, no había destinado ni un minuto a descansar, salir a dar una vuelta, ver el mar ni dormir hasta un poco más tarde. No había destinado tiempo para no hacer nada. Y qué importante es no hacer nada en un mundo que nos exige lo máximo, que nos hace estar siempre atentos. Sobre todo si hemos elegido el camino de ser independientes, la exigencia es doble pues viene de adentro y de afuera. Es complejo establecer una disciplina y ponerle límites al trabajo, que tiende a mezclarse con la vida familiar.

En esas reflexiones estaba, y me puse a buscar un taller fuera de mi casa. Estuve meses intentando entrar al Paseo de las Artes de La Reina, mi comuna, pensando que sería un lugar más que ideal para hacer mi trabajo y dar clases. Pero me encontré con el aparato municipal y después de mucho intentarlo, me di por vencida. También busqué lugares en arriendo, pero wow, están imposibles de pagar.

Así que finalmente, decidí mantener mi trabajo en casa como lo he hecho desde hace ya 8 años, sólo que me armé un nuevo taller, grande, espacioso, privado y estimulante para continuar con mi obra como ilustradora y además hacer cosas nuevas, explorar otras técnicas, otros temas y formas de crear.

Y por supuesto, no me olvido de las personas que quieren aprender a dibujar y pintar. Las clases de Ilustración Botánica son ya parte de mi vida, no pueden faltar. Es la forma de estar en contacto con otros, personas que vienen desde sus mundos a conocer el mío. Por eso, estamos a punto de inaugurar una agradable sala de clases, para unas 5 ó 6 personas. Es interesante pues con el pasar del tiempo estas clases se han ido transformando conmigo y con quienes van y vuelven.

La estancia en el Museo. Un espacio de reflexión en otras coordenadas, mirando un viejo parque en uno de los corazones de Santiago. Ahí está una gran fracción del conocimiento del país. Y no se entiende: por qué no está lleno de recursos y muestra lo mejor de sí mismo. Porque los intereses están en puntos equivocados. Y ahí, junto con las especiales personas que trabajan ahí y sus visitantes, está la comunidad. Es el puente entre conocimiento y las personas…bueno, uno de ellos.
Pronto empezaré una serie de trabajos para concluir la etapa 1 de este proceso.

Esto es parte de una larga investigación en curso. Un camino paralelo pues el mundo tiene muchas opciones. A ratos vivo muy concentrada en una sola cosa, pero en este momento surgen nuevas ideas. El mejor consejo: usar pocos colores, es la clave para conocerlos todos.

Fines del invierno.

La belleza atemporal del Herbario

¿Quién no se ha sentido atraído alguna vez por la belleza quieta y elegante de un espécimen de herbario? Desde el nacimiento de la Botánica como ciencia, miles de profesionales y aficionados le han dedicado tiempo y pasión a colectar plantas de todos los rincones del planeta para transformarlas en esta mezcla entre documento científico y obra de arte.

La planta se deshidrata y totalmente plana nos despliega sus formas y colores desde otra dimensión, donde el tiempo se detuvo.
Los últimos meses he estado trabajando en el Herbario Nacional, en el Museo Nacional de Historia Natural. He tenido el privilegio de poder mirar con calma y detención muchos especímenes de flores, algas, helechos y otras plantas de la colección.
Ilustrar plantas del Herbario es una experiencia totalmente nueva. Estas plantas tienen un brillo, una estética propia que es difícil de mostrar a través de la pintura.

Chloraea nudilabia – especie de orquídea chilena.

Después de mucho mirar e investigar, he decidido quedarme con las orquídeas. Nuestras especies son muy especiales ya en la naturaleza, pero en el herbario adquieren una nueva dimensión, casi pictórica, son verdaderos dibujos, llenas de venas negras -muchas de ellas- y colores cobrizos y dorados en sus tallos y hojas. 
Iré mostrando algunos avances, como este boceto. A fines de este año espero tener un lindo conjunto de obras terminadas.

Volver a las bases.

Para poder seguir aprendiendo cada cierto tiempo, hay que estudiarlo todo de nuevo.

Mini ruedas de color – 2015

Residencia en el Museo Nacional de Historia Natural: nueva aventura.


Vista del MNHN, parque Quinta Normal.


Hace poco más de un mes, empecé a trabajar en un nuevo proyecto -o aventura más bien- que hace mucho tiempo estaba imaginando. Después de presentar una propuesta de trabajo, soy oficialmente Artista Residente del Museo Nacional de Historia Natural, uno de mis lugares favoritos en Santiago.
Aunque mis ideas no están aún tan definidas, empecé un proceso de investigación de la colección del MNHN partiendo por el Herbario Nacional, en el Área Botánica. Una vez a la semana me instalo a trabajar y tengo la gran oportunidad de estudiar los especímenes del Herbario directamente y lo mejor de todo, dibujarlos.
Esta idea surgió hace ya cuatro años, cuando visité el Museo Británico y pude ver, en la sala de cerámicas de China, un antiguo rollo de papel pintado a mano llamado «Guwan tu: Pictures of Ancient Playthings» (pinturas de antiguas cosas favoritas, podría ser la traducción adecuada). Pertenece a la dinastía Qing y es del año 1728.

Fotos Geraldine MacKinnon, Museo Británico 2012.
Este rollo de 20 metros de largo, muestra pinturas en acuarela de diferentes objetos, como jarrones, vasijas, esculturas de jade, etc. de la colección personal del Emperador, y que eran albergados en la Ciudad Prohibida.
Desde la vez que lo vi, quedé muy inspirada con el el concepto de «colección ilustrada», y es hacia allá donde se dirige mi actual investigación.
Por el momento el criterio de mi búsqueda es bastante azaroso y estético, pues esta vez, mi intención es ser artista dentro del museo, y aunque mi lenguaje plástico es el del naturalismo científico, quiero abrir los puntos de vista de mi trabajo a un concepto más amplio.
Para comenzar, estoy trabajando en un Diario de mi Residencia, donde voy haciendo bocetos de objetos que me interesan.

 

Las primeras dos páginas de mi Diario.


Lo más interesante es que a medida que avanzo, converso con la gente en el museo y me voy adentrando en la colección, van surgiendo más ideas de cómo darle forma a este proceso. Pero eso sí, me he propuesto hacerlo con mucho tiempo y tranquilidad para no apurar las cosas y obtener un resultado que realmente valga la pena.
Estaré periódicamente contándoles sobre los avances de este nuevo desafío.
Algunos de mis materiales en su formato de viaje para ir cada semana al MNHN.