Hace unos días atrás surgió la oportunidad de enviar un trabajo para la exposición titulada «Small Works» que tendrá lugar en Miami en el mes de octubre, en el marco del Congreso y Encuentro de la Asociación de Artistas Botánicos de América (ASBA en inglés).
Decidí continuar con mi obsesión por la Araucaria y sus particularidades, seleccionando un fragmento de corteza que me regaló un amigo años atrás y que tenía pendiente. Tuve dos días para hacerlo y aunque fue difícil, disfruté mucho el desafío.
Primero que nada hice el dibujo e imprimí fotografías a color y en blanco y negro de mi modelo. Una corteza así está llena -pero llena!- de pequeños detalles y las fotos ayudan a simplificar la imagen, pues eliminan bastante de lo que se ve en el objeto tridimensional. La pintura es una representación bidimensional, por lo tanto, la idea es llegar a un resultado lo más parecido posible al real pero también debemos «resumir» la información. La síntesis es crucial.
Todo listo.
Aquí vemos la pintura en sus primeras capas donde ya se van incorporando detalles. Luego vemos la paleta de colores que se fue armando en la medida que avanzaba y más abajo, el proceso de pintar los detalles. Como se trataba de una superficie muy irregular y llena de quiebres y texturas, pude usar todos los gestos gráficos que se me iban ocurriendo en el camino.
Lo que me encanta de este tipo de modelos es que dan más libertad para resolver el cómo llegar al resultado y por lo mismo aguantan más pintura. Y la ausencia de verde también es un descanso 😉
He aquí una escama de tronco de araucaria adultísima.
El trabajo terminado. Lo más difícil es llegar al contraste y el volumen necesarios para dar cuenta de la textura de la madera seca, además de todas las capas que se están descascarando.
El trabajo final: