El Collage como alternativa creativa.


La página dedicada a las flores – Diario de Collages 2019

Estoy de vacaciones hace algunos días con mi familia, en la playa. Han sido días muy agradables de descanso, vida familiar, y casi desconexión total. Digo casi, porque esta vez he dejado una pequeña ventana de trabajo abierta para que cuando llegue marzo no me encuentre con una montaña de cosas por hacer si no con un cerro manejable (espero!!!).

Cada vez que venimos a la playa, traigo conmigo una bolsa llena de materiales para pintar, que sé que no usaré. Ellos vienen de paseo «por si acaso» hay tiempo, por si encuentro algo bonito, y muchos etcéteras. Pero siendo honesta cuando estoy de vacaciones, no tengo ganas de hacer lo mismo de siempre. Me mentí por años, pensando que tenía esa capacidad de pintar con una hija de dos meses, o muy cansada, o con una niña que solo quiere jugar, etc. Pero esta vez, aunque seguí con el autoengaño y me traje mis acuarelas hechas a mano (claro, porque no son las de trabajo, son las de amor al arte, diversión), traje otros materiales que sí estoy disfrutando un montón y de hecho, agradezco haber tenido la idea.

Motivada por el post de una gran amiga editora en Instagram, donde contaba que tomó un curso de collage con la gran Alejandra Acosta y que estaba feliz, me dije: «Hace unos 15 años atrás hacías muchos collages y te encantaba. De hecho, por más de un año fueron tu obra plástica. Retómalo!!!»

Simplemente sacar una página y ponerla en mi cuaderno hace que quiera hacer cosas con ella. 


Y así lo hice. Me compré un cuaderno súper grande (en las fotos) y con un papel para multi técnicas (podría habérmelo ahorrado, pero tengo el mal de querer un cuaderno nuevo para TODO). También compré una barra de pegamento y puse una tijera en el estuche. Eso es todo lo que se necesita. El tesoro son las imágenes. Fui tras los pasos de mi amiga y llegué a un vendedor de libros usados que es como el proveedor de todos los vendedores de libros usados, un Diógenes de VERDAD. Y me compré dos volúmenes empastados de enciclopedias Códex, unas enciclopedias chilenas de los 50′-60’s que deben haber sido bastante buenas en su tiempo, con mucha información de muchos temas. Hoy día, lógicamente, está obsoleta en la gran mayoría de los temas, porque el planeta ha cambiado demasiado en 60 años. Pero las ilustraciones son un puente al pasado muy bello, tienen algo especial que cautiva. Será que todos son dibujos a mano, no existen fotos. Sólo dibujos e infografías a mano. Fantástico.

Este collage es la mitad de una imagen que construí pensando en mis acuarelas hechas a mano y en los diferentes intereses que he estado cultivando los últimos años.

Me demoré unas dos semanas en poder recortar esas enciclopedias. Las miré por varios días, recordé cosas. Pero aquí en la playa me libero de lo estricto, así que las recorté y ha sido muy entretenido. No tiene propósito alguno, sólo diversión. Y estoy creando pero de forma relajada, sin presiones de ningún tipo. Ésos momentos creativos son geniales porque son muy transparentes. Arte por el arte.

Creo que es positivo hacer un buen balance entre el artista y el científico. El tiempo haciendo Ilustración Botánica igual me distanció del lado más creativo y libre. Siento que los científicos creen que el proceso del arte es igual al de la ciencia pero no. El arte es espontáneo y sin ataduras, libre. Las cosas no tienen que ser útiles en el arte.
Por otro lado, tener ciertos límites y restricciones ayuda a aprender muy bien una metodología o técnica. Pero la libertad creativa sin límites, no tiene precio.

Este es el collage donde muestro las ganas que tengo de visitar Japón.

Como ves, son selecciones de cosas que me gustaron. Ahora si quiero puedo dejarlas así o hacer algo más en las páginas, que también es muy entretenido. Es muy bueno tener un arte por el arte en la vida.
¿Tienes un espacio de creatividad propio, feliz, y que no se sienta como un trabajo o bajo presión? Cuéntanos para saber.

Arriba y abajo.

Este es mi cuaderno 🙂


Ciclos profesionales: evolucionar y avanzar.

El mes de enero ha transcurrido algo caótico y ocupado, pero muy feliz, pues el verano es así. Aunque haya mil cosas que hacer y la casa se desordene y la ropa circule por todos lados, no importa. La luz, el sol y los colores hacen lo suyo.
Tengo la mente a mil, hace un tiempo que estoy pensando muchas cosas y ha sido difícil ordenarlas. Como comenté en el post anterior, estoy entrando en un año especial donde se cumplen varios ciclos de mi vida y aunque pensé que no sería así, no he parado de reflexionar y me pasan cosas constantemente.
Tratando de entender mis ciclos, me doy cuenta de que las décadas son importantes. Es inevitable detenerse a mirar cuando llevo 10 años haciendo algo. Y ésta es la primera vez en mi vida, de hecho, en que he logrado hacer algo por 10 años. Pero ahora me doy cuenta de que es así porque he querido.

En este final / inicio de ciclo, pienso en hacia dónde dirigir mi barco. Cómo me veo en los próximos dos o cinco años. ¿Qué quiero estar haciendo en dos años más? ¿Cómo es mi vida ideal? ¿Cuáles son mis metas hoy?

Las metas cambian. Mis objetivos de 4 años atrás eran diferentes. Estaba obsesionada con llevar mi ilustración botánica a la perfección máxima (para mí) a cualquier costo. Quería estar en todas las situaciones, llegar a circuitos internacionales. Iniciar cosas. Entre esos deseos -varios cumplidos-, me estresé, me estrujé varias veces, pensé sólo en trabajo por días y días. Es fácil obsesionarse con la Ilustración Botánica. Estamos todas conectadas en Instagram, viendo las obras maravillosas, publicaciones, productos y logros de mucha gente que pareciera estar sólo pintando, viajando, gozando de sus profesiones. Y en eso empieza un ciclo de auto exigencia, de pedirse más y más.

Un consejo no solicitado: no colgar la autoestima en la cuenta de Instagram.

De pronto, hace varios meses, esos deseos/impulsos empezaron a calmarse. Empecé a redefinir lo que quiero para mí, incluso quién soy -en lo profesional. Ya no siento esas ganas irrefrenables de estar en todo. Ahora quiero estar en lo que realmente me hace sentido a mí y no al deber ser. Asumí que mi rol principal en todos estos años ha sido enseñar y ayudar a formarse a muchos otros, y que muchos de ellos han cambiado sus vidas positivamente, han logrado hacer sus caminos, y eso me llena de orgullo. Y en el despliegue de ese rol, que ha sido tan fundamental y maravilloso, he aprendido miles de cosas, crecido montones y sobre todo, calmado.

Y por primera vez, puedo visualizar la vida que realmente quiero tener, y hacer un mapa claro que puedo seguir y dibujar con claridad, para no perderme.

Es bueno tener un período de confusión para después ordenarse y seguir. Empezando por no decirle sí a todo, y definir quién quiero ser. Y ahora, el mantra principal es: hacer solamente lo que me encante hacer. El resto: gracias por todo, adiós. A lo Marie Kondo.

Collage, 2005.

Voy a escribir aquí algunas de las preguntas que me he hecho últimamente, quizás te puede ayudar en tu proceso profesional o creativo.

1) De todo el trabajo -o los trabajos- que hago, ¿qué es lo que más me gusta? ¿qué es lo que menos me gusta?

2) ¿Puedo dejar de hacer lo que no me gusta, o puedo pedirle a otra persona que lo haga?

3) ¿Qué me veo haciendo durante todo el 2019?

4) ¿Qué me veo haciendo los próximos 5 años?

Y aquí algunos tips para ordenar mente y espacio físico (acabo de hacerlo y es bacán):

Ordena tu espacio de trabajo. Bota/recicla todos los papeles que se amontonan y que sinceramente, no usarás. Saca los materiales de arte que ya no usas, puedes regalárselos a otro artista o venderlos.
Lo mismo con los libros que ya no vas a leer. Te lo dice una coleccionista de libros: puedes desprenderte de algunos, y más adelante reemplazarlos por otros que sí te hacen sentido AHORA.

Haz tu calendario de trabajo del año. Esto lo llevo haciendo todo enero, y seguiré en febrero. Voy a meter todo en el calendario. Así puedo ver mi año y aunque puede cambiar, sé cuándo, cómo y dónde van a pasar las cosas. Podré anticiparme y prepararme mejor.

Organiza momentos de creatividad que no sean de trabajo. Con Instagram sobre nuestras cabezas, es más difícil que antes dejarse momentos creativos libres, donde nada es para las redes, para los otros. Con esta forma de estar siempre compartiendo todo, no dejamos espacios íntimos y libres para dar rienda suelta a nuestra creatividad y por lo tanto, enriquecer nuestro arte. La ilustración botánica es eso, ilustrar plantas para ciencia (versión reduccionista, ojo). Pero y ¿tu aporte creativo? ¿dónde queda? Yo tengo unas prácticas artísticas personales que son sólo mías y me ayudan a estar creativa y abierta de mente. No hay nada peor que un artista que se vuelve conservador(a). ¡Que no te pase! -me pasó un tiempo pero ya se me quitó 🙂

Y lo último: amamos nuestro trabajo artístico. Lo hacemos porque dibujamos/creamos desde siempre. Pero recuerda que es tu trabajo. Hazlo lo mejor posible, organízate y tómatelo muy en serio, para que te vaya bien, para que si cambias de trabajo, sea porque tú quieres hacer otra cosa.

Abrazos grandes y espero tus comentarios!

Breve recuento del 2018 y lo que deseo para el 2019.

Y ya es Navidad otra vez, y ya pasó un año entero de nuestras vidas, a esta velocidad tan propia del siglo XXI. En general no soy demasiado ceremoniosa durante los cambios de año, pero el que viene me toca bastante en varios puntos (ya explicaré).
El 2018 fue un año largo, donde el invierno se me hizo bastante pesado, y de hecho me pregunto si es que al ir madurando uno tolera menos el invierno. A los 20 me encantaba y vivía esperándolo, pero ahora me cuesta mucho y el verano se impone como la favorita de mis estaciones (siempre lo ha sido de todas maneras). 
Este 2018 fue especial porque decidí de una vez por todas constituirme como empresaria (micro mini, pero igual), un paso que me dio terror por años, y que antes no tenía mucho sentido ahora se transformó en un objetivo importante y cumplido. Tuve que aprender mucho de este nuevo mundo y sigo aprendiendo, pero ya me siento más confiada y con una buena perspectiva de lo que viene.
Lo segundo novedoso que me trajo este año fue atreverme de una vez por todas con los cursos online, que me lancé a hacer sin saber demasiado al respecto, gracias al impulso de una maestra que me topé por ahí. Ella me volvió a mostrar que la única manera de que las cosas ocurran es atreviéndose y haciéndolas. Ha sido súper lindo, y de todas formas seguiré por ese nuevo camino porque me gusta mucho. Lo mejor de todo es conectarme con gente de tantos lugares del mundo que tienen las plantas y el arte como pasiones comunes. 
Otro aprendizaje importante fue soltar viejas creencias y algunos malos hábitos que me hacían quedar estancada. Abrir la mente y hacerme más flexible fue una de las tareas y creo que de a poco se va afirmando.
Lo más lindo del año, profesionalmente hablando: la exposición ASBA/CINC 2018 y la creación de la Red Latinoamericana de Ilustración Científica en Bogotá, Colombia. Ser parte de este movimiento ha sido un honor, y mi compromiso es seguir trabajando para que crezca y se consolide en Chile y todos los países de nuestro hermoso y diverso continente.
Una anécdota divertida: Conocí a la Princesa Ana de Inglaterra, conversé con ella, le di la mano y le hice un regalo. Mi mayor celebridad, después de la gran Emma Thompson, pero ésa es otra historia 😉
Diciembre de 2018 en Valle Alegre, Quintero. 

¿Qué espero de ti, 2019?

El año que viene es importante porque marca tres ciclos muy relevantes en mi vida:
– Mis 40 años,
– mis primeros 10 años como Artista dedicada a la Ilustración Botánica,
– y mi aniversario de matrimonio nº10.

Un año con estos números, no puede ser como cualquiera. Desde hace algunos meses que vengo reflexionando sobre lo que significa para mí cumplir 40, y aunque no es un tema de ser vieja o joven (porque a los 40 una es joven, por supuesto), sí pienso mucho en qué cosas quiero que sigan pasando en mi vida y qué cosas ya no quiero más.

En lo profesional, el 2019 será de dar saltos. Aunque algunas cosas seguirán estables, otras van a cambiar. Son 10 años haciendo más o menos lo mismo, y como buena Géminis necesito hacer un giro, y darle nuevos aires a mi trabajo, que es una parte tan fundamental en mi vida. Las plantas siguen, el arte sigue y las clases siguen. Es el cómo lo que irá sufriendo mutaciones. Y también quiero hacer crecer otro proyecto que amo pero que siempre está en segundo plano, que son mis amadas acuarelas hechas a mano, con todo el universo de conocimientos y posibilidades que me traen. Es un reino aparte, que quiero continuar estudiando, desarrollando y compartiendo.

También será un año de celebraciones: los 40 son un cumpleaños especial, y que descubriré cómo celebrar…pero la celebración más compartida, será la de 10 años en esta pega!!! Y para eso quiero estar junto a todas las personas que me han apoyado desde un principio. Por eso el 2019 será un año dedicado a compartir y también a agradecer a mis maestros, mentoras y a todas las personas que de alguna u otra manera me han ayudado a llegar a este punto. Porque nadie es una isla amigos míos (aunque yo adoro las islas, son lugares fantásticos), todos nos nutrimos unos a otros para caminar nuestras vidas.

Un deseo: más viajes a lugares bellos para conocer plantas y gentes.

Así que un gran salud por la Navidad, por el 2018 que se va y nos deja aprendizajes y un salud especial al año que se acerca, y que ojalá nos traiga movimiento, buenas vibras y mucho mucho amor.

Gracias a todos!!!

Otro año enseñando en la Senda Darwin: reflexiones de una aventura en movimiento.

     
       Trabajo final de curso de Lucía Zucherino (La Plata, Argentina). Canelo.

Estoy en el aeropuerto El Tepual de Puerto Montt esperando mi vuelo a Santiago después de 10 días compartiendo, enseñando y aprendiendo en la estación biológica Senda Darwin, Ancud, Chiloé. Hace ya 4 años nació este hijo colectivo de la creatividad y sueños de un grupo de mujeres apasionadas y llenas de ideas para cambiar el mundo. Cada año, convocamos a personas de diversas procedencias, áreas profesionales, edades y nacionalidades para acompañarnos a mirar y entender nuestra naturaleza desde una perspectiva abierta, donde las ideas y miradas diferentes convergen en un objetivo común: comunicar.

Día 0: lo primero que hacen los estudiantes al llegar es conocer la Senda y su bosque, además de los experimentos y estudios científicos que allí se realizan.

Me tomó años entender que ése es el gran objetivo de nuestro trabajo colaborativo. En los inicios, mi postura se centraba en enseñar y hablar de la ilustración botánica como algo aislado, como «mi área» de expertise aislada de las demás. Ha sido un largo aprendizaje comprender cómo se trabaja inter disciplinariamente, pues no se trata de que cada profesional defienda su territorio imponiendo su visión a los demás -algo que me ha pasado en las dos direcciones-, si no de fundir las áreas para crear una nueva fuente de pensamiento común, diversa y exponencialmente creativa. Es lo que hace un tiempo atrás llamé «el tercer lenguaje o tercer producto». Es un encuentro de áreas del pensamiento que dan origen a una forma inédita donde no existen los bordes ni las jerarquías. Sí existen las prioridades, los objetivos y una ideología (postura) común.

Estudios sobre el Matico y su interacción con el abejorro chileno, Juan José Richards (Santiago, Chile).

El despertar a esta nueva forma de trabajar y relacionarse es un camino sin retorno.
Este año, después de todo lo recorrido, nuestro equipo logró esa conexión, esa fluidez que equilibra y otorga el espacio que merece cada uno de los saberes que conforman nuestra propuesta. En este contexto, donde todo es importante, los egos personales no son relevantes y las relaciones mejoran. Los estudiantes lo perciben y actúan entre ellos de la misma manera: son respetuosos, abiertos, colaboran entre sí y crean lazos que de seguro se mantendrán en el tiempo. Profesores y alumnos forman un grupo horizontal donde todos los involucrados enseñan y aprenden. Aquí se produce un punto de inflexión, donde la formalidad del curso (lo que se enseña en concreto) se transforma en un vehículo que nos lleva a una reflexión mayor: ya no estamos enseñando ilustración de plantas, ni botánica, ni cómo funciona la ciencia. Estamos entregando herramientas visuales y conceptuales para el pensamiento crítico, para la creación de contenidos insospechados y para la formación de agentes de cambio. Este año, más que los anteriores, los alumnos percibieron un cambio en sus modos de ver al otro (arista versus científico) y los límites profesionales se borraron. Pudimos conversar de naturaleza, de ciencia, de arte, de filosofía y de cómo plantear nuestro quehacer en el contexto latinoamericano. Cómo conectarnos con la comunidad latinoamericana que se encuentra influenciada por esta misma energía.

Trabajando en el invernadero

Esto me hace pensar y poner mis fichas en la nueva generación de profesionales del arte (humanidades) y la ciencia en nuestro continente. Entre nosotros circula una fuerza joven, creativa, apasionada y con la formación más que suficiente para unirse y romper los esquemas establecidos con una mirada nueva, positiva y muy generosa. Todos ellos sienten este movimiento naciente, todos saben que forman parte de él. El siguiente paso para pasar de las ideas y proyectos aislados a la acción colectiva y a mayor escala radica en nuestra capacidad para articularnos, unirnos, construir espacios de comunicación sólidos y ampararnos unos a otros de todas las maneras posibles.
Sé que todo esto es ambicioso y tomará tiempo, pero en los últimos 10 años hemos visto los cambios. Día a día aparecen nuevos proyectos, nuevas iniciativas y nuevas personas. La masa crítica está. El momento es el oportuno.
Es hora de la acción para generar cambios.

Link al Album de fotos Senda Darwin 2018

Los maravillosos e inesperados resultados del Curso Online Beta de Color para Ilustración Naturalista

«Ruedas Prosaicas» por Soledad Martínez. Curso Color para Ilustración Naturalista, octubre-noviembre 2018. Foto de la autora.

En muchos casos, la realidad supera las expectativas. Esto acaba de pasar, durante el Curso Online Beta de Color para Ilustración Naturalista. Lo que empezó como un experimento para probar el cambio de medio pedagógico -presencial/sala de clases a escuela virtual- está terminando como el inicio de una comunidad educativa participativa, intensa, dinámica y muy espontánea.
Debo decir que para mí este es un gran reto y tengo muchísimo que aprender. Como profesora, siempre me preocupo de mantener la calidad en mi trabajo, y que mis alumnos reciban las herramientas y conocimientos que fueron planteados en los objetivos iniciales de cada curso o taller.

Este curso, además de las tareas establecidas en el programa, tenía un desafío oculto en la segunda clase, que consistía en proponer ruedas de color o esquemas de color diferentes. Es decir, cada alumno debió crear una propuesta visual para explicar la teoría del color. Al principio la idea era hacerlo usando acuarela, que es el medio principal que usamos en las clases, pero finalmente derivó a propuestas mucho más creativas, algunas pintadas y otras no.

No pondré aquí todos los trabajos, porque son muchos y porque no todas las fotos les hacen justicia. Les dejo una selección muy variada, que nos da cuenta del background de cada persona, de sus gustos, etc. No importa tanto la ejecución en este caso: la creatividad es lo principal. La creatividad libre, es decir, sin márgenes, sin cajones, sin restricciones. Los límites los pone cada artista según su contexto e ideas.

Para mí, este curso ha sido una invitación a atreverme a hacer las cosas de una manera distinta, de plantear lo que sé desde ángulos nuevos. Aquí no buscamos el virtuosismo técnico: el objetivo es entender los conceptos, hacerlos propios y desde ahí crear.

Un gran abrazo a todos quienes confiaron en la Escuela Online de Ilustración Botánica en esta primera experiencia, ¡los valoro y aprecio muchísimo!

Propuesta usando rueda de color y pigmentos, por Tania González. Curso Color para Ilustración Naturalista, octubre-noviembre 2018. Fotos de la autora.

Rueda de color hecha con ovillos de lana, luego pintada. Beatriz del Canto Sepúlveda, Curso de Color para Ilustración Naturalista, octubre-noviembre 2018.

Una interpretación de la teoría del color donde se buscan las sombras de cada color, por Lily Portius Yáñez. Curso Color para Ilustración Naturalista, ocubre-noviembre 2018.
Rueda de color en lanas, por Carolina Mellado. Curso Color para Ilustración Naturalista, ocubre-noviembre 2018.

Rueda de color hecha con libros, Valentina Pantaleón. Curso Color para Ilustración Naturalista, octubre – noviembre 2018. 

Rueda de color bordada, por Soledad Martínez. Curso Color para Ilustración Naturalista, ocubre-noviembre 2018.

Rueda de color hecha con libros, y después pintada con acuarela, de Valentina Pantaleón. Curso Color para Ilustración Naturalista 2018.
Rueda de color inspirada en 7 plantas chilenas, por Natalia Venegas Monsalve. Acuarela. Curso Color para Ilustración Naturalista, octubre-noviembre 2018.

Rueda de color naturalista, por Esther Charles Jordán. Curso Color para Ilustración Naturalista, octubre – noviembre 2018.
Color explorando las posibilidades de las geometrías en axionométrica. Javiera Torres, Curso Color para Ilustración Naturalista, octubre-noviembre 2018.

Rueda de color inspirada en el corte histológico de tejido vegetal del tallo de la quillineja (Luzuriaga marginata, del bosque templado). Por Alexandra Castañeda, Curso Color para Ilusración Naturalista octubre-noviembre 2018.


Rueda de color naturalista en progreso. Rosemary De La Cruz, Curso Color para Ilustración Naturalista, octubre-noviembre 2018.

Tres peces para hacer una rueda de color, de María Lucero Arrese. Curso Color para Ilustración Naturalista, octubre – noviembre 2018.

Estudio de colores del jardín, por Adriana Basone. Curso Color para Ilustración Naturalista, octubre – noviembre 2018.


Enseñar de muchas formas, en muchos lugares.

Imagen del último taller en mi Sala de Clases, que terminó ayer (11 de septiembre). Un grupo  muy agradable
que espero haya aprendido mucho!

Enseñar ha sido prácticamente el núcleo de mi vida profesional desde que me titulé como Profesora de Artes Plásticas en 2002. Desde entonces trabajé en colegios, universidades y en una gran cantidad de talleres independientes, asociados a instituciones u organizados por mí, en mi propia casa. También he enseñado en el extranjero, y he dado charlas en Chile y otros países. 16 años de ejercicio docente no pasan en vano, y lo que más me han dejado, son muchos aprendizajes. 
Cuando entré a estudiar Pedagogía, había terminado recién mi Licenciatura en Artes Visuales y lo que más quería era poder trabajar e independizarme. Soñaba con tener mi propia casa y vivir en medio de la ciudad (porque siempre viví en el cerro, lejos de todo). Recuerdo que entre mis compañeros artistas era muy mal visto «hacer la pedagogía». Era como fracasar en el intento de dedicarse al arte, algo así como enterrarse en el mundo escolar y no tener el coraje para dedicarse a algo mucho más elevado, refinado, noble. Aún frente a todos esos prejuicios, decidí seguir estudiando.
Con mis alumnos de 3º Medio en Isla de Pascua, el grupo más importante de mi carrera como
profesora escolar, en 2008.
Ahora, puedo decir con mucho orgullo que ese año de intenso estudio fue radical en mi vida personal y profesional: me enseñó sobre los niños y adolescentes, cómo aprenden, cómo hablarles, cómo hablar en público, cómo ejercer la autoridad sin ser autoritaria, cómo exigir a las personas para que den lo mejor de sí mismos, cómo sembrar inquietudes y preguntas. Me dio herramientas técnicas, de pensamiento, y formas de organizar, planificar y construir procesos de aprendizaje que jamás habría desarrollado por mi cuenta, o quizás me habría demorado tres veces más. Esta herramienta, la Pedagogía, me ha ayudado a ser una profesional independiente y auto sustentable en el tiempo. Todavía tengo mucho por aprender y perfeccionar, de eso no hay duda.
Tulipanes «pedagógicos»: ejemplos que realizo durante las clases, para enseñar a los alumnos técnicas de dibujo y pintura.

Además de hacer clases y desarrollar mi obra, siempre me ha gustado el mundo de Internet. En 2003 tomé un Diplomado de Fotografía Digital en la UC, y en ese proceso conocí el mundo de los blogs, que estaba recién comenzando y era muy interesante. ¡Llegué a tener tres al mismo tiempo! Hoy, tengo este blog, Mi Naturalismo, que le dio en nombre a mi empresa (pronto lista y oficial!!!), mi sitio web y varias RRSS (Instagram, lejos la más activa y relevante en este momento). 
El formato de Blog me encanta porque disfruto escribiendo y es un espacio mucho más íntimo, donde puedo hablar de todos los temas que me interesan sin el ruido y millones de opiniones que surgen en las redes como Facebook y Twitter, que aunque uso, no son lo que más disfruto y creo que no van a ser tan relevantes en un tiempo más.
Las Novedades.

Incursionar en YouTube: con miras a desarrollar cursos online (algo que vengo diciendo hace más de un año) es que empecé a producir una serie de videos cortos llamada «Tips para Ilustradores Inquietos», con la ayuda de la artista Francisca Mena, quien está haciendo cámara, iluminación y edición. Estamos disfrutando mucho el proceso y creemos que con el tiempo y la experiencia podremos producir un material de bastante buena calidad tanto en lo visual como en el contenido. En un principio me daba pudor estar frente a la cámara pero decidí soltar las aprensiones y dar el salto. Estoy súper emocionada con la buena recepción que ha tenido en sus primeros 4 días de publicado y muy agradecida de los comentarios que me han hecho, y del punch que eso nos da para seguir adelante. Es un formato nuevo y desconocido para mí, pero que tiene un poco de todo lo que he venido haciendo hasta ahora: Internet, enseñar, hablar frente a otros, mostrar, compartir, etc.
Desde ya los dejo muy invitados a enviarme sus preguntas sobre técnicas, que espero poder ir respondiendo a lo largo de la serie.

Mi retrato como profesora con su pizarra.

Para este nuevo ciclo, decidí abrazar totalmente mi rol como profesora, y cambié la pizarra blanca por un buen pizarrón de tiza. Además de que son bonitos -y de paso están de moda, por qué no decirlo-, creo que tienen una magia didáctica como pocas cosas en una sala de clases, y que si son bien aprovechados, pueden rendir muchos frutos. Voy a explorar esta herramienta en profundidad en los videos y también en mis clases en la sala.
Y por último, quiero decirles que si tienen ganas de enseñar, y no tienen experiencia, hagan lo posible por estudiar un poco de didáctica, de ir más allá de lo que les dice su intuición. Enseñar es un acto de gran responsabilidad, sobre todo si vas a pedir dinero a cambio. Es obligación de un profesor(a) entregar materiales y conocimientos bien estructurados, con buenas fuentes bibliográficas y también con el respaldo de la experiencia. 
La experiencia, la práctica y el estudio permanente hacen al maestro.

El fin de mi bloqueo pictórico: Gracias al cortocircuito.

Hoy fue un día bastante extraño y a la vez especial. Desperté como todos los días, fui a dejar a mi hija al jardín y a las 9:30 estaba en mi taller, que como es un subterráneo estaba congelado -ya les he contado lo frío que es en invierno- así que puse dos estufas eléctricas un rato para que se calentara rápido. En eso, se me olvidó que vivo en una casa vieja y de madera y que por lo tanto los cables son igual de viejos y que se puede incendiar. Así que para rematar, me hice un tecito y prendí el hervidor. Paf, se cortó la luz en toda la casa. Fui a dar la luz, y las de la casa funcionaron pero las de mi taller no. Al rato, llega mi marido a preguntarme qué había pasado, y fue a mi taller a mirar. Volvió pálido porque estaban saliendo chispas y había olor a quemado. Como afortunadamente es un pintor con alma de maestro, arregló el problema. Quedé tan impactada de mi inconsciencia que lo único que pude hacer fue dibujar y pintar los tulipanes que había comprado para mi casa, rompiendo así con un período de más de un mes sin pintar prácticamente nada. Entre medio empecé a armar mi Sala de Clases para que se transforme en estudio de TV digital (wow, todavía me da nervio, lo reconozco!!!) y llegó mi hija del jardín y se puso a pintar conmigo usando «tus colores mamá porque son mejores!». Así que comprenderán que tuve que hacer el mayor ejercicio zen del último tiempo, y logré terminarlos en unas horas a pesar de los empujones a la mesa, las peticiones de cosas, el llevar a hacer pipí, dar la leche y todas esas cosas maternales que en general no comento porque son naturales y no tienen nada que ver con pega.
         
En conclusión, puedo decir que no hay que asustarse cuando nos viene un bloqueo que nos impide hacer lo que más nos gusta hacer. De la nada surgen situaciones más o menos bizarras que, como un golpe eléctrico, nos dan el impulso necesario para retomar. Y aunque mis tulipanes de hoy pueden no ser los más maravillosos del mundo del tulipán, yo los aprecio mucho y les doy las gracias por estar ahí cuando llegó la energía ilustradora de vuelta. No por nada existió por allá por 1700 y tanto, la fiebre del tulipán en la vieja Holanda.

Salir del taller, salir a la ciudad, salir al mundo.

Los primeros días de este mes, me sentí agobiada por el invierno, las responsabilidades, las tareas de la vida y el trabajo y sobre todo el frío. Pensé: agosto es el mes que menos me gusta. Mi taller estaba congelado, y me pasó que por primera vez en mucho tiempo, no tenía ganas de pintar. Al principio me invadió una culpa espantosa. ¿No tienes ganas de pintar, eh? Y todavía hay muchas pinturas por entregar. Y muchos ejemplos que dibujar y diseñar y terminar. Glup.
Varias veces me senté en mi mesa y me tomé dos horas para hacer algo de 10 minutos. Pasaron varios días así hasta que me di cuenta de mi estrechez mental y auto exigencia y me dije: Esta no es la solución.
Entonces, decidí dejar de torturarme y en cambio, le di la mano a la idea de «no pintar feliz». Y ¿qué he hecho este mes? Tomar té, hablar con muchas personas, recibir varias invitaciones muy interesantes porque, algo pasó que justo en agosto me han llegado propuestas súper atractivas e inesperadas. Y por mi parte también me he acercado a gente que no conocía personalmente pero que admiraba a la distancia, por las redes sociales. Además, he tenido muchas ideas, unas mejores que otras y por eso, me puse a estudiar concienzudamente muchos temas que no había querido tocar antes. Supongo que es una pequeña coyuntura de cara a los 10 años ejerciendo como ilustradora botánica. Una cifra redonda, más que pintada para hacer balances y proyectar el futuro. En mi caso, no puedo pasar muchos años haciendo las cosas de la misma manera. Por eso de vez en cuando me vienen las comezones y tengo que generar algo nuevo, una evolución o replanteamiento. Pienso en expansión, crecimiento, salir de la zona de confort -otra vez. 
Entonces para cerrar, mi conclusión es que agosto no es tan malo a fin de cuentas y que en esta vida debemos hacernos el tiempo para todo. ¿Para qué sufrir con el trabajo que más adoro hacer, si puedo dedicarme un rato a otras cosas, a nutrirme, a conversar, intercambiar opiniones y pasear sin rumbo?
Les deseo un excelente resto del mes, que por suerte ya nos está mostrando un poco de sol.
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Encontrar un lugar en el tablero.

Estoy tomándome unos días en la playa (qué pena, ya se van a acabar) y al fin he podido distanciar mi mente del torbellino en que estuve metida durante el primer semestre. En estos días me he dedicado a andar en monopatín con mi hija, pasear, leer el libro «La invención de la Naturaleza» de Andrea Wulf (muy recomendado, nada más inspirador que Alexander Von Humoldt narrado por esta escritora) y escribir los guiones de mis primeros cursos online, que al fin, AL FIN!!! podré empezar a hacer.

Este año no es mucho lo que he pintado hasta ahora. Más que nada he seguido con las plantas tropicales y lo último fueron los copihues que están en la expo de la Recoleta Dominica. Después de eso, solo cosas pequeñas en mis sketchbooks. Hace un tiempo me habría sentido culpable pero la verdad, ahora cada vez que vienen esos sentimientos los pongo en un cajón y no me complico demasiado. Con todo el flujo de información que vemos a diario, y la cantidad enorme de personas haciendo lo mismo o algo parecido, es fácil sentir angustia. Es que hay gente que da la impresión que no duerme, ni hace la cama, ni nada. Sólo dibuja, y más de lo que puedo creer que alguien sea capaz. ¿Cómo lo hace? ¿Tendrá pololo? Seguro que no tiene hijos…entonces, cuando siento la parálisis de la comparación en Internet -vía Instagram o Facebook-, agarro las aplicaciones y las borro del celular. Y adiós al problema, al menos por un tiempo.

Bueno, pero más allá de eso, hoy estaba pensando en cómo la vida y una misma, va cambiando con el paso del tiempo. Si hace unos años sentía una ansiedad tremenda por mejorar mi trabajo y llegar a un punto «x», ahora son otras las ansiedades y las preguntas. Me pregunto por ejemplo, ¿cómo puedo hacerlo para continuar haciendo lo que me gusta y al mismo tiempo aportar más a mi familia en lo económico? Otra pregunta es ¿qué rol quiero desempeñar en el colectivo? ¿Me gusta el actual? ¿Hasta cuándo me servirá? Supongo que me estoy preguntando estas cosas porque, en primer lugar estoy más grande, y en segundo lugar, he ido cambiando. Mi mirada se ha inclinado hacia lo colectivo, lo comunitario y de a poco voy cultivando esa parte. Pero, como buena géminis y más encima artista, también hay necesidades creativas personales que necesitan expresarse y ser desarrolladas. Son obras por hacer, libros por escribir, ideas que están en la fila esperando su turno y yo, tengo que ver cómo las traigo a este mundo terrenal que requiere tantas cosas para poder concretar un plan. Está la logística que implican las ideas, y también la energía vital que las mueve -¿de dónde la saco si estoy fundida? hay que cuidarse, ¡hace mucho que no hago deporte!- y luego, los recursos. La energía en forma de dinero que financia estas bellas ideas. Y entre medio está la familia y los cuidados de la familia y de la casa. Supongo que por eso a veces puedo sentir ansiedad cuando en Instagram veo vidas que aparentemente, no tienen nada de qué preocuparse: tan solo agarrar el maravilloso pincel y hacer cosas extraordinarias. Y alguna persona mirando mi Instagram puede sentir algo parecido. Y todas estamos en lo mismo, es lo más seguro. Salvo las que se ubiquen en la cima de la pirámide del privilegio, como alguna Paris Hilton de la ilustración botánica.

Lo importante que aparece de esta reflexión, es no dejar de hacerse preguntas. Cuestionar cómo estamos haciendo las cosas, por qué las hacemos: es por que te gusta, por deber ser (ojalá que eso no), porque no hay alternativa (¿podría haber otra opción?). Cómo nos sentimos mientras hacemos lo nuestro. Yo me siento muy bien cuando estoy pintando, porque es una especie de meditación donde me desconecto de casi todo. También me encanta enseñar porque, al contrario de la pintura, en ese momento me conecto con otras personas de manera más personal. Y ése es el balance que necesito: la soledad de la creación artística versus el estar en diálogos con otros, ya sea como profesora, como alumna, como oyente o siendo la que habla. Estando muchísimo en mi casa y después viajando. En este equilibrio encuentro una forma de vida que me hace bien. Que tiene sus pros y sus contras pero a mí me ha funcionado. Pero sigo preguntándome qué es lo que quiero hacer realmente. Y eso es lo que pronto quiero materializar.

La Red Latinoamericana de Ilustración Científica.

Carta de Bogotá.

Los ilustradores científicos reunidos en la ciudad de Bogotá en junio de 2018 convocados por el Primer Encuentro de Ilustración Científica de Colombia declaran:

1- Defender la naturaleza en todas sus formas, conscientes de la importancia que representa para la existencia y sostenimiento de la vida.

2 – Defender e ilustrar las especies endémicas de nuestros países para hacerlas visibles y darlas a conocer.

3 – Traducir el lenguaje de la ilustración científica al común mediante eventos de divulgación y educación ambiental.

4 – Popularizar el conocimiento científico a través de nuestra profesión conectando la ciencia y el arte.

5 – Ejercer de forma organizada y responsable la apropiación social del conocimiento y el acercamiento de las comunidades a través de la ilustración científica con ética, verdad y calidad.

Bogotá, 29 de junio de 2018.


La mesa que dio origen a la Carta junto a todos los asistentes al encuentro. Nos dividimos en grupos, tratamos diversos temas y esa tarde, Rosa Pereira y Marie Joëlle Giraud redactaron la carta y la compartieron con todos en el cierre.
Recordemos que el evento tuvo lugar en la Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, y que el académico detrás de la organización fue el profesor Juan Pablo Vergara Galvis con la colaboración del colectivo Arasarí.
Participantes de la mesa: Jaime Bonilla (Colombia), Oscar Vilca (Perú), Juan Pablo Vergara (Colombia), Marie Joëlle Giraud (Colombia), Natalia Uribe (Colombia), Rosa María Alves (Brasil), María Alejandra Migoya (Argentina), Juan Carlos Pérez (Ecuador).



El inicio de un activismo latinoamericano a través de la Ilustración Científica y Naturalista

¿Cómo surgió esta carta?
«La Carta de Bogotá es un documento que fue escrito para nortear los profesionales de ilustración científica y a los que quieren trabajar en esa área de actuación.
Los parámetros fueron discutidos en grupos y la carta sintetiza los más abrangentes de ellos, inspirando la profesión emergente en el continente líder de la biodiversidad, donde ya se destacan diversos hot-spots…
Necesitamos estar más unidos y agregar novos profesionales.«

Rosa Alves Pereira, Brasil.
La reunión en Bogotá el mes pasado fue para todos nosotros, mucho más que un congreso de trabajo. Fue una manifestación de principios y una expresión de las ganas que existen en nuestro inquieto continente de hacer algo concreto por nuestros preciosos y delicados ecosistemas. Nosotros no somos políticos, no somos empresarios, no movemos influencias ni mucho menos dinero. Somos personas, mujeres y hombres apasionados por nuestro trabajo y por la flora y fauna de nuestros países y del mundo entero. Esta carta/manifiesto nos invita a trabajar juntos, a tener una mirada local y global de la situación de los entornos naturales de nuestros países y a utilizar la ilustración científica como arma pacífica para defender nuestros territorios de la codicia y el extractivismo que no se detiene. Los invito, amigos míos, a pensar en todo lo que podemos hacer con el poder de nuestras bellas imágenes para conmover, educar, cuidar, proteger y desarrollar. Los invito a que construyamos juntos la identidad latinoamericana de la ilustración científica, desmarcándonos de los cánones anquilosados de la academia europea. Pensemos, dibujemos y cuidemos juntos nuestro maravilloso continente salvaje.